El 3 de marzo de 1996, el PP gana las elecciones, pero debe pactar
con los nacionalismos vascos y catalán para que se puede formar
gobierno y Aznar sea presidente. “Cuando (Aznar) llegó al poder
dependía de la alianza con nacionalistas catalanes y vascos, por lo que
tuvo que enmascarar su hipernacionalismo español”, recuerda Vázquez
Montalbán. Así, Aznar admite el diálogo con ETA si ésta deja las armas.
Pero ETA siguió arrojando muertos.
Sería recién el 16 de septiembre de 1998 cuando ETA anuncia una
tregua indefinida y sin condiciones, que terminaría 14 meses más tarde,
con la negativa del PP a negociar sobre la futura independencia de
Euskadi. Inmediatamente después del anuncio, el Gobierno decide el
primer traslado de presos de ETA a Euskadi. Días después, el PNV gana
las elecciones autonómicas y Juan José Ibarretxe se transforma en el
nuevo Lehendakari.
Pero como el PNV no había logrado la mayoría absoluta, tuvo que
firmar un pacto de gobierno con Euskal Herritarrok (EH) y Eusko
Alkartasuna (EA), que rompió unilateralmente nueve meses después, tras
los asesinatos del dirigente socialista vasco Fernando Buesa y su
escolta. Esta decisión provocó la salida del parlamento de EH, que en
2001 haría sus peores elecciones. EH era una plataforma presentada
meses después del encarcelamiento de la Mesa Nacional de HB, en 1997,
por haber difundido un video de ETA durante las elecciones generales
del año anterior aprovechando los espacios gratuitos y estatales de
publicidad electoral que tenía HB para la campaña para las elecciones
generales de 1996. En tanto, en Zurich, el Gobierno hacía lo que ahora
dice que no hizo jamás: conversaba con ETA. En el diario El Mundo, en
los documentos sobre el conflicto vasco, afirman: “Las conversaciones
entre representantes de este Ejecutivo y la banda terrorista se
produjeron el 19 de mayo de 1999. El contexto era el de la tregua
indefinida declarada por ETA en septiembre de 1998.Dos semanas después
del inicio de la tregua, el 2 de octubre, Aznar ya planteó en una
declaración pública la posibilidad de emprender una fase de diálogo con
la banda. Antes se había reunido con todas las fuerzas políticas”.Fue
la única conversación. Poco después del encuentro con el Gobierno, dos
de los interlocutores fueron detenidos.
En noviembre, ETA pone fin a la tregua. Los eventos se desarrollaron
rápidamente: en enero de 2000 ETA volvía a atentar en Madrid, y, en
marzo, el PP ganaba las elecciones con mayoría absoluta. Esta vez, no
harían falta máscaras: enseguida se pudo oír la tónica de lo que
vendría. Javier Elzo cree que hicieron la equiparación de terrorismo y
nacionalismo. “Y entonces, dijeron: ‘si acabamos con el nacionalismo,
acabaremos también con el terrorismo’”, remata. En la misma línea de
opinión se encuentra Garaikoetxea, al expresar: “: “El problema vasco se
ha convertido en un recurso, en primer lugar, para exhibir firmeza y
conquistar votos a lo largo y ancho de España”.
Mientras los políticos ensayaban sus dentaduras de distinto molde
ideológico, ETA asesinó a Ernest Lluch, catedrático de Historia de las
Doctrinas Económicas, ex-rector de la Universidad Internacional Menéndez
Pelayo, ex-ministro de Sanidad durante el gobierno socialista, en
Barcelona, el 21 de noviembre. Como había ocurrido durante el secuestro
de Blanco, la gente se volcó a las calles. Las manifestaciones eran
multitudinarias; el cansancio a tanta violencia también.
Enseguida el Gobierno se hizo eco y, junto con el PSOE firmaron, el 8
de diciembre, el Pacto por las libertades. Montalbán es elocuente: “El
pacto descansa en el principio esencial de que ETA es culpable,
afirmación que al menos tiene el don de la obviedad”. Y finaliza
diciendo que es una “chuchería del espíritu que se inventaron el PP y el
PSOE para demostrar que existe la razón de Estado y que les
pertenece”.
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